¿Códigos abiertos (gratis) o códigos cerrados (de pago)?

He visto que en el Foro de URE se ha iniciado una polémica sobre los programas de comunicaciones digitales, sugiriendo que todos los utilizados por los radioaficionado deberían ser exclusivamente de código abierto y gratuito, y que nuestro colectivo debería evitar el uso de programas de código cerrado del tipo propietario y de pago.

No me gusta participar en foros, porque los textos allí deben ser muy breves y concisos, lo que no me permite desarrollar bien todas las ideas que se me ocurren y se me quedarían muchas cosas en el tintero. Puede que me guste enrollarme demasiado por escrito, gracias a que (por ahora) consigo que se publiquen siempre en la revista Radioaficionados.

Los programas de código abiertos y gratuitos ya han pasado a la historia, porque deberíais haberos dado cuenta de que ya hemos entrado en una nueva era digital, en la que los programas tienen una complejidad que no está al alcance de cualquier radioaficionado, sino solo de unos pocos expertos en procesado de datos, de los que algunos pocos también son radioaficionados.

Un código de software abierto es muy difícil mantenerlo libre de errores cuando para mejorarlo muchas manos le meten mano (valga la redundancia), aparte de que cualquier mejora necesita un tremendo intercambio entre unos pocos expertos, eso sí excelentes, cuando todo el resto del mundo no tenemos ni idea ni somos capaces de tocar ni una sola línea del programa.

¿De qué me sirve a mí que un programa sea de código abierto? Me interesa muchísimo más que tenga las mejores prestaciones que la posibilidad de retocarlo que no está a mi alcance.

Podréis objetarme que el equipo de Joe Taylor, K1JT, ha conseguido precisamente un gran software de comunicaciones de código abierto, el WSJT-X, lo que pone en entredicho todo lo que afirmo en párrafos anteriores, pero perdonadme que considere que ese camino ha sido un grave error.

El error

Todos cometemos errores y hasta los premios Nobel comenten alguno. Para mí, ha sido un error “el buenismo” de Taylor de publicar en abierto el código del WSJT-X, porque al dejarlo totalmente público y modificable por otros operadores, esto ha dado lugar a que se haya producido una de las aberraciones más grande de todos los tiempos.

Me refiero que esta apertura de código ha permitido la aparición de la variante JTDX diseñado por UA3DJV y ES1JA, programa que está basado y opera exactamente en las mismas modalidades del WSJT-X, con pantallas muy similares y con el mismo código abierto, pero con ligeros añadidos que, en su versión, permiten automatizar totalmente el funcionamiento del programa y del equipo de radio, lo que ha dado lugar a que ciertas estaciones puedan funcionar de forma totalmente automática y ahora el PC (no el operador) puede realizar los contactos en FT8  sin la presencia del titular.

 ¿Valen algo los diplomas conseguidos en FT8?

Con el JTDX, los QSOs pueden realizarse y acumularse automáticamente durante todo el tiempo que haga falta para conseguir cualquier diploma, con lo que han logrado que se hayan devaluado totalmente. Ya no vale absolutamente nada cualquier diploma ni puntuación en concurso conseguido en el modo FT8 y las otras modalidades que contiene, FT4 incluido.

Algunos me objetarán que esta apertura de código ha permitido también la aparición de la variante JS8Call, que permite el intercambio de teclado a teclado con unas prestaciones muy similares a las del FT8, pues utiliza “casi” el mismo código y, por tanto, mejora la sensibilidad del ROS en un par de dB. Ese es un atenuante, pero podría haberlo diseñado igualmente el mismo equipo que colabora con K1JT sin dar lugar al desmadre explicado anteriormente.

¿Y qué me decís del firmware?

A nadie se le ocurre exigir que ICOM, Kenwood y Yaesu publiquen en abierto el firmware que han incluido en sus nuevos equipos SDR y nadie por ello renuncia a utilizarlos. Y todos los radioaficionados que conozco están dispuestos a pagar lo que sea necesario para disfrutar de unos buenos equipos modernos, con filtros DSP de todos los anchos, compresores de voz digitales, filtros supresores de ruido avanzados, etcétera, etcétera, que también han sido diseñados por software y que están incluidos en el firmware, el cual por supuesto NO es de código abierto.

¿Y los equipos SDR?

Los nuevos equipos SDR han iniciado a una nueva era en la radioafición, con equipos de primera línea como los Flex, pero también como los ICOM 7300 y el Xiegu G90, con prestaciones de un gran equipo con un precio ridículo. Y solo son los primeros de los que vendrán. Y son una buena prueba de que cualquier programa SDR es mejorable y lo será aún más en el futuro, pero sólo lo será si tiene un padre o una empresa propietaria, responsable de su mejora, que se gana bien la vida con ello y es capaz de eliminar tan pronto como sea posible  los errores del software y dar luego un buen servicio de soporte.

La propia FlexRadio decidió ya hace algunos años que ya era hora de abandonar el código abierto y el desarrollo del PowerSDR, y se decidió a desarrollar otro nuevo código bien cerrado, el SmartSDR, para poder avanzar en el desarrollo de nuevos algoritmos y mejorar sus prestaciones (a pesar de Windows), por los cuales ha comenzado a solicitar también el pago por disfrutar de las versiones con prestaciones multiusuario. Gracias a sus buenos ingresos, esta empresa da siempre una respuesta inmediata a todo problema que se presenta a cualquier operador en su funcionamiento, problemas debidos la mayoría de las veces a las malditas actualizaciones no deseadas de Windows.

Anteriormente tuve un equipo ANAN de ApacheLabs (India) que funciona con software de códigos abiertos del grupo HPSDR (EE.UU.) y me decidí a venderlo en cuanto me di cuenta del galimatías que se montaba con cada una de las  nuevas versiones de hardware, firmware y software de código abierto, con las que no había quien se aclarara, y cuyas excelentes prestaciones no justificaban el suspense y la cantidad de errores que se presentaban en cada actualización del firmware y del software.

Al más mínimo error en la actualización (y se producen muchos) te encuentras con tu precioso equipo convertido en un ladrillo y sin tener nada claro a quién recurrir para volver a despertarlo, porque todo el servicio técnico que encuentras para ayudarte es un foro donde puedes ir a llorar tus penas.

¿No es justo recompensar el esfuerzo?

El desarrollo de software también cuesta muchas horas y tiempo al que lo desarrolla y es justo que el tiempo que alguien le dedica a mejorarlo se vea recompensado de alguna forma. Yo ya me beneficio por sus buenas prestaciones y no se me ocurre regatear el pago de las miserias que nos piden por un programa, especialmente si lo comparamos con lo que cuesta el hardware, cuando te piden que pagues por él menos de lo que cuestan los materiales de la antena más birria que te puedas montar.

Los códigos no decodificables

Otra polémica que ha surgido recientemente en EE.UU. es que algunos radioaficionados han denunciado que no se deberían permitir las comunicaciones de radioaficionado que NO sean perfectamente decodificables por un tercero,  Se olvidan de que eso nunca ha sido una petición de los radioaficionados, sino que siempre ha sido una exigencia de unas autoridades celosas que quieren controlar su contenido y que, en el más abyecto secreto, vigilan otros medios de comunicación. Pero ahora han tenido que bajar velas ante la evidencia de que esta actitud impide el progreso de las comunicaciones digitales, mientras que los intercambios en las redes sociales por Internet son teóricamente privados (al menos eso dicen, aunque solo los más inocentes se lo toma muy en serio).

Hemos topado con que estos principios de NO privacidad son incompatibles con las técnicas digitales actuales, que se basan todas en la compresión de datos y los códigos de recuperación de errores y que no hay duda de que serán la clave de muchas mejoras en el futuro. Algunos de estos sistemas, aunque los haya criticado anteriormente por ser de código abierto, por lo menos nos permiten seguir disfrutando de la radioafición, a pesar de que nuestro amigo el Sol se haya declarado en huelga de manchas solares y nos tenga totalmente abandonados, no sabemos por cuánto tiempo.

¿Y las redes sociales?

Precisamente ahora  vamos a quejamos de no poder chafardear a gusto los datos que intercambian  algunos radioaficionados entre ellos, cuando todo el mundo se queja de la vulnerabilidad de la privacidad  de las redes sociales, que permiten el intercambio de todo tipo de informaciones por internet y que todo el mundo usa, aunque no está claro eso de que su privacidad esté garantizada, puesto que se ha puesto  en entredicho a las empresas suministradoras de los programas de chateo e intercambios de mensajes, a los que no hace falta que señale concretamente, porque guardan nuestros datos durante muchos años para utilizarlos en nuestra contra y a su favor en el futuro.

El intercambio de archivos

Si estamos de acuerdo en que sí se permita el intercambio de archivos por radio (porque puede ser infinitamente útil a la sociedad durante las emergencias), igual que lo podemos hacer por Internet, no podemos pedir que dejemos de utilizar los algoritmos de compresión de datos, pues pueden representar reducciones del tamaño de los archivos de unas cuantas veces en tamaño. Estos algoritmos no permiten que fragmentos sueltos de estos textos sean reproducidos si la integridad de lo recibido no es total. ¿Vamos a dejar de utilizarlos por ese problema? ¿Prohibimos el intercambio de archivos por radio cuando todo el mundo puede intercambiarlos por Internet cuando quiera y como quiera sin dar cuentas a nadie? Ridículo.

La telemetría de los satélites

También sabéis que hay satélites que no son de radioaficionado, pero que transmiten en nuestras bandas. Actualmente el 90% de los Cubesat lanzados han sido diseñados por Universidades y Escuelas Politécnicas, y también transmiten en nuestras bandas de radioaficionado, pero la telemetría de todos ellos no nos es revelada, porque precisamente no son lanzados por y para radioaficionados. Todos ellos envían datos sobre experimentos financiados por empresas privadas, a las que no les interesa que nadie más se entere de los resultados obtenidos. ¿Deberíamos exigir que abandonen de una vez nuestras bandas de satélites?

Todos sabemos que no nos interesa echarlos porque también pueden servir para jugar y experimentar de algún modo con ellos, aunque no nos enteremos de lo que emiten y, puesto que son tan generosos como para permitirnos poner en ellos algún transponedor para que podamos comunicarnos entre nosotros, bien podemos dejar que la telemetría se la guarden para ellos.

No usar… ¿ni en emergencias?

Así que algunos dicen que, para la participación de radioaficionados en emergencias, cuando nada más y nada menos hay vidas en juego, no debería utilizarse para nada programas de código cerrado y de pago, por muy baratos que sean, cuando los de código abierto son muy inferiores a algunos de pago, que no cuestan ni el precio de cualquier adaptador de audio digital para conectar el PC con el equipo de radio. Es lo más absurdo que he oído en mi vida: hardware  y firmware de pago sí, software de pago no.

Sería absurdo que para salvar vidas no utilizáramos todas las herramientas que la técnica moderna proporciona ya a todo el mundo, pero que nosotros nos negáramos a utilizarlas porque no son de código abierto i/o son de pago. ¿Acaso no pagamos sin rechistar muchísimo más dinero por nuestros equipos de código cerrado en el firmware?

¿Qué os parecería si exigiéramos que todas las antenas, equipos y lineales de los participantes en concursos y diplomas fueran de diseño y construcción casera? Pues me temo que muchos de nosotros tendríamos que regresar de vuelta cincuenta años atrás a la Era de la Válvula.

Conclusión

Los equipos son “hardware” y ya estamos acostumbrados a pagar por ellos, pero no estamos acostumbrados a pagar por el software, pues hasta la fecha siempre lo hemos pirateado todo.  Pues lo siento mucho, colegas, pero ya ha llegado la hora de pagar también por el software más puntero.

73 de Luis EA3OG